

La región de Alay es el principal destino en Kirguistán para los alpinistas, que se desplazan hasta esta remota zona para coronar la cima del Pico Lenin, de 7.134 m, uno de los sietemiles más accesibles del mundo.
Tomando el pueblo de Sary-Mogol como punto de acceso a la región, realizaremos un circuito conocido como Best of Alay Mountains, que como su nombre indica te lleva a visitar los lugares más interesantes de este territorio. En este recorrido exploraremos la Cordillera del Pamir-Alay, estribación noroccidental de los Himalayas y continuación de las Montañas Tian Shan, donde realizaremos una travesía de 4 días, llamada Heights of Alay, recurriendo a la hospitalidad de los pastores con los que nos alojaremos en sus yurtas.
El paisaje durante Heights of Alay es muy variado e interesante. La primera etapa es de alta montaña, con un paisaje muy abrupto, en el que predomina la piedra y los lagos alpinos y en el que cruzaremos Sary-Mogol Pass, el paso de montaña más alto de la travesía, con 4.303 m. El segundo día recorreremos un valle muy bucólico, con verdes praderas, donde cruzaremos aldeas llenas de vida. El tercer día vislumbraremos hermosos montes de arenisca rojiza y profundos cañones en Three Dragon Gorge a 3.200 m y el cuarto día volveremos a las alturas en el paso de montaña Jiptick Pass a 4.185 m, rodeados de rebaños de yaks.
Después, completaremos el circuito ascendiendo desde Tulpar-Köl al Campamento Base del Pico Lenin y al paso de montaña Traveller Pass a 4.150 m.
Uno de los atractivos principales de este trekking es poder disfrutar de la compañía de las familias locales. Aprender sobre sus tradiciones y cultura y dejarse mimar con su hospitalidad.
Indice
Para organizar esta aventura recurrimos a los servicios del CBT de Sary-Mogol.
Los CBTs (Community Based Tourism) son oficinas regionales que ponen en contacto a los viajeros con gente local que ofrece servicios turísticos.
Ellos se pusieron en contacto con los locales para reservarnos la estancia. Algunos campamentos de pastores se ubican en zonas donde no hay cobertura móvil, por lo que el CBT se pone en contacto con ellos a través de walkie. Además, también nos organizaron todos los servicios de traslado en coche que utilizamos, tanto para llegar desde Osh, como para desplazarnos hasta Tulpar-Köl. Estamos muy satisfechos con el servicio que nos prestaron desde este CBT. Fueron muy profesionales y amables, y además nos gustó que el dinero recayese en la comunidad local.
Podéis contactar con el CBT de Sary Mogol a través de Whatsapp y reservar con antelación los servicios. El contacto podéis encontrarlo en su página web: www.sarymogol.com
Pasaremos los 4 primeros días realizando una travesía de largo recorrido por las Montañas de Alay conocida como Heights of Alay.
La ruta tiene unos 74 km de longitud y 4.500 m metros de desnivel. El punto más alto del circuito, Sary-Mogol Pass, se encuentra a 4.303 m por lo que requiere un periodo de adaptación a la altitud. Nosotros acabábamos de terminar la travesía de 6 días por la cordillera Tian Shan, Ak-Suu Traverse, por lo que ya nos encontrábamos aclimatados. De todas maneras, te recomiendo pasar la noche antes de empezar la travesía en el pueblo Sary-Mogol a 3.000 m, para comenzar tu proceso de aclimatación.
La ruta puede hacerse circular desde el pueblo Sary-Mogol, alargándola unos 26 km sin desnivel, en dos tramos adicionales a lo que nosotros te planteamos. Sin embargo, nosotros decidimos ahorrarnos estos dos extremos de aproximación al pueblo, contratando el traslado al inicio y final de la ruta, ya que el camino es por una pista que no tiene mayor interés y requería disponer de más días de los que teníamos.
Una vez finalizado Heights of Alay nos desplazamos en coche, a través de la Pamir Highway, una de las carreteras panorámicas más bonitas del mundo, hasta el impresionante lago Tulpar-Köl. Aquí nos alojamos un par de noches en un campamento de yurtas turístico, que como podrás comprobar durante el relato, no tiene nada que ver con la experiencia que vivirás alojándote con los pastores.
Desde Tulpar-Köl parten varias rutas muy interesantes, así como la expedición para coronar la cima del Pico Lenin de 7.134 m. Nosotros optamos por realizar parte de la primera etapa del ascenso al Pico Lenin que, pasando por su Campamento Base a 3.600 m nos lleva hasta Traveller Pass a 4.150 m, con unas vistas que son el broche perfecto para finalizar un increíble viaje por Kirguistán. Esta ruta de ida y vuelta de un día tiene una distancia de 20 km y unos 700 m de desnivel.
En el circuito Best of Alay lo habitual es que desde Tulpar-Köl se realice un día la primera etapa completa del ascenso al Pico Lenin, pernoctando en el Campamento 1 a 4.400 m de altitud y el siguiente día ascender la cima del Pico Yukhin a 5.100 m, etapa habitual de aclimatación en la expedición al Pico Lenin, ya que hasta este punto no se requieren conocimientos técnicos de progresión en terreno glaciar o escalada. Nosotros no disponíamos de días suficientes para ello por lo que decidimos llegar solamente hasta Traveller Pass. No nos vamos a quejar, creemos que hemos sabido exprimir bastante bien nuestras 2 semanas por Kirguistán.
El circuito Best Of Alay no tiene pasos técnicos y, en general, es cómodo de transitar, salvo en los tramos más pedregosos de las zonas de los pasos de montaña. La ventaja de alojarte con los pastores es que no requerirás cargar una mochila muy pesada, pues no tienes que llevar el material de acampada y únicamente necesitarás comida para almorzar los 4 días durante la ruta, ya que además de alojamiento los pastores pueden darte de cenar y desayunar. Ni qué decir tiene que cada uno debe valorar la dificultad de la ruta de acuerdo a sus capacidades, al peso que vaya a cargar y al número de etapas que vaya a realizar. Nosotros realizamos el circuito por libre en 5 días, pero tienes más opciones de alojamiento durante el recorrido que te permitirán dividirlo en más o menos etapas si lo necesitas.
La ruta no está señalizada y la senda se pierde en algunos puntos teniendo que caminar campo a través, por lo que se requieren conocimientos de orientación y es imprescindible contar con un GPS para situaciones de niebla sin visibilidad. Comprar un mapa del sendero y/o descargar la app offline de Maps.me puede serviros para identificar el camino a tomar aun no existiendo sendero.
Durante prácticamente todo el recorrido tienes acceso a agua ya que el sendero discurre siempre paralelo a algún río o arroyo, salvo en las zonas de mayor altitud próximas a los pasos de montañas, por lo que no es necesario cargar con mucha cantidad ya que puedes reponerla frecuentemente. Debido a la gran cantidad de ganado que encontrarás en las inmediaciones es imprescindible llevar algún sistema de potabilización.
Os dejo el enlace a un track que he encontrado sobre el circuito Heights of Alay para que os sirva de referencia:
Tras finalizar Ak-Suu Traverse, una impresionante travesía de 6 días en las Montañas Tian-Shan, tomamos un vuelo de 40 minutos desde Bishkek hasta Osh. Tras 4 horas de trayecto en coche llegamos a Sary-Mogol, el pueblo desde donde organizamos nuestro circuito por los mejores lugares de esta región.
Como hemos comentado previamente contratamos los traslados con el CBT de Sary-Mogol. Pagamos 200$ USD por un paquete para dos personas, que incluye los siguientes traslados:
Fueron muy puntuales en los servicios de recogida. De hecho, en la recogida al final del trekking Heights of Alay llegamos al punto de encuentro 2 horas antes de lo acordada, ¡y ya nos estaban esperando allí!
Aunque la región de Alay tiene un clima más estable que otras zonas montañosas de Kirguistán, durante el verano pueden producirse tormentas, pudiendo ocasionar inundaciones y deslizamientos de tierra. Es importante que verifiquéis con los locales el estado de la zona, por si hay desperfectos que puedan impediros realizar el recorrido.
En las zonas de alta montaña es posible que nieve incluso durante el verano y aunque cuando sale el sol el calor puede ser sofocante, suele acompañarlo una brisa fresca. Como siempre la meteorología en la montaña es impredecible, con cambios repentinos.
Los mejores meses para realizar el trekking son julio y agosto. Durante el mes de junio y principios de julio puede quedar nieve en las cotas más altas. En septiembre hay que tener en cuenta que las temperaturas comienzan a descender drásticamente, lo que permite que la nieve comience a cubrir definitivamente el paisaje.
Los días que pasamos recorriendo Heights of Alay, en lugar de dormir en nuestra propia tienda de campaña, nos alojamos con familias de pastores en sus yurtas, pero si lo prefieres es posible acampar a lo largo de la ruta, ya que la acampada libre está permitida. Ordenadas según nuestro recorrido, nos alojamos con las siguientes familias: Familia de Aigul, Familia de Begaly y Familia de Bolot.
Convivir esos días con estas familias ha sido una de las experiencias más bonitas que hemos vivido. Durante la descripción detallada de las etapas os hablaremos en profundidad sobre esta experiencia. Aún así, también disponéis de información adicional en la Guía de viaje por libre a Kirguistán en 17 días, sobre las diferencias de alojarse en una yurta tradicional o turística, la experiencia gastronómica en una yurta de pastores y la vida nómada de Asia Central.
En Tulpar-Köl nos alojamos en un campamento de yurtas turístico que reservamos online, Pamir Nomad Yurt Camp, el cual fue una decepción. Disponen de unas 8 yurtas privadas para 2 ó 3 personas, pero la mitad de ellas no tienen cama, sino que colocan los futones sobre unos palets bastante incómodos e irregulares. Tienen un baño compartido con váter occidental y ducha con agua caliente a través de una instalación solar térmica. La comida fue bastante pobre, menos mal que llevábamos nuestras viandas para complementarla. Aún habiéndoles dicho que no éramos vegetarianos, sólo nos sirvieron dumplings de verdura y sopa de verduras, mientras que a los locales les servían generosos platos de estofado de carne. Tenéis más opciones disponibles en la zona, que a simple vista tenían mejor pinta, por lo que no te recomiendo que escojas este.
Los alojamientos con cena y desayuno en las yurtas de las familias locales tuvieron un coste de 22,50 $ USD por persona y noche. En el caso del campamento turístico de Tulpar-Kölel precio fue de 45 $ USD por persona y noche, también con cena y desayuno.
Del 19 al 23 de agosto de 2024
Un conductor en 4×4 nos lleva desde Sary-Mogol Village, donde hemos pasado la noche en el hostal del CBT, hasta el punto de inicio del sendero, a 15 km al noreste siguiendo el cauce del río Sary-Mogol.
El día está muy nublado y la previsión meteorológica vaticina lluvia. Comenzamos a caminar por un paisaje muy agreste y rocoso. El sendero discurre por un cañón obligándonos a cruzar el río continuamente de margen a margen. El colorido marciano de las rocas nos hace recordar nuestro paso por el Valle Eléctrico. Sólo han pasado 4 meses de nuestro viaje por el sur de Patagonia y, sin embargo, nos parece muy lejano.
Acompañados de una ligera llovizna intermitente, llegamos a una meseta donde los Lagos Beshar aparecen y desaparecen entre las nubes. Rápidamente el sendero comienza a ganar altura, sustituyendo la hierba por roca y aumentando la pendiente, mientras que las vistas panorámicas justifican cada paso que das hacia el collado. Los últimos pasos hasta los 4.300 m desbocan mi corazón para hacerme respirar, ya no sé si son las vistas las que me están dejando sin aliento o la altitud.
Desgraciadamente cuando alcanzamos Sary-Mogol Pass las nubes nos envuelven sin dejarnos disfrutar de las vistas. Os he dejado un par de imágenes que nos han hecho el favor de ceder para que podáis ver cómo es el lugar.
El terreno del descenso es de roca disgregada, con mucha arena, y muy vertical. Por suerte está equipado con cuerdas para ayudarte a bajar. Al terminar la parte más escarpada y aparecer la hierba, encontramos un precioso paisaje donde el río, la nieve y las montañas nos recuerdan a Islandia. Decidimos parar a almorzar y así disfrutarlo por más tiempo.
Al reanudar la marcha volvieron las lluvias, esta vez acompañadas de tormenta y granizo. Menudo temporal, con cada rayo parecía que el cielo se abría en dos y cada trueno nos incitaba a correr más. Desafortunadamente tuvimos que vadear varios ríos, la mayoría tenían poca agua y pudimos salvarlos saltando por rocas. Sin embargo, uno de ellos llevaba mucha agua y no nos quedó más remedio que quitarnos las botas y los pantalones. La corriente era fuerte y nos pasaba los muslos. ¡Definitivamente este entorno se parecía mucho a Islandia! No nos lo pensamos mucho, ya que nos preocupaba que las fuertes lluvias incrementaran más aún el caudal, así que nos echamos al agua. Una vez en la otra orilla, al continuar descendiendo, vimos que había unos troncos río abajo que nos podrían haber servido para cruzar.
Tras más de dos horas bajo el temporal conseguimos llegar al campamento de Aigul.
Una niña sale a nuestro encuentro y nos invita a pasar a su yurta. Allí, Aigul nos da la bienvenida y nos acoge en su hogar. Tras quitarnos el chubasquero, los pantalones de agua y las botas, nos ofrecen asiento junto a la estufa para que entremos en calor y nos ofrecen un té caliente. Muy atenta, la señora pone todas nuestras cosas a secar en la estufa de carbón y prepara una abundante merienda que disfrutamos durante la tarde, viendo llover desde la puerta y charlando con la familia. La niña estudia inglés en el colegio y nos sirve un poco de intérprete. También estuvimos ayudando a la pequeña, o más bien desayudando, a terminar un cubo de Rubik.
Para ir al baño disponen de una letrina exterior. Como nuestras botas están mojadas, Aigul nos presta una especie de zuecos que podemos usar cuando necesitamos salir al exterior.
Es como ir de visita al pueblo a ver a tu abuelita. Te miman y te ofrecen comida sin medida: frutos secos, deliciosos albaricoques en almíbar, ensalada, pan, buñuelos, empanadillas, bombones, caramelos y por supuesto, litros y litros de té. Para cenar nos preparó un estofado con patatas y verduras.
Al anochecer paró de llover y nos llevaron a una yurta para invitados. Tenía preparados una especie de futones en el suelo y había encendido la estufa de carbón, dando un ambiente muy cálido a la estancia. Dormimos de maravilla.
Al amanecer el tunduuk de la yurta mostraba un cielo azul resplandeciente. Con sólo mirarnos ya sabíamos en qué estábamos pensando y nos echamos a reír. Se nos pasó por la cabeza echarnos una carrera sin las mochilas de vuelta a Sary-Mogol Pass, para disfrutar de las vistas que el día anterior nos ocultó la niebla. Pero no, son 4.300 m, no nos queremos arriesgar a sufrir mal de alturas. Ya aprendimos la lección en el Monte Olimpo: no se corre si uno no está aclimatado para ello. Así que nos dimos la vuelta entre las pesadas mantas y nos dormimos otro rato.
Sobre las 7:00h nos dirigimos a la yurta familiar a desayunar. La pequeña aún duerme mientras nosotros desayunamos el estofado que sobró de la cena, unos huevos fritos con una especie de salami y una ensalada. Tras desayunar, Aigul nos entrega la ropa y las botas que han estado toda la noche secándose en su estufa y nos despedimos. ¡Qué lujo poder disponer de las botas secas! Ha sido una experiencia preciosa habernos alojado con ellas.
Continuamos descendiendo el mismo valle de ayer, desde Sary-Mogol Pass descendimos hasta los 3.500 m, pero aún nos queda bastante por bajar, 11 km hasta llegar a a las pequeñas aldeas de Sary-Mogol y Kyzyl-Chara a 2.390 m.
El sendero va reduciendo la pendiente mientras sigue el curso del río por unas bonitas praderas.
Encontramos una aldea de construcciones bajas de adobe y muchas familias trabajando en los huertos. Los niños corren a nuestro encuentro para saludarnos y pedirnos que les hagamos fotos.
Cruzamos el pueblo y comenzamos el ascenso al paso Kosh-Moinok con 3.225 m. Hoy hace mucho calor y no corre nada de viento. La subida se hace un poco pesada y monótona. Nos cruzamos un par de niños en burro que parece que van en dirección al pueblo. Vaya cara de pillos tienen. Se lo están pasando de lo lindo, no dejan de reírse y aprovechan cada situación que se les brinda para hacer de ella un juego.
En la parte alta corre el aire y encontramos una zona más vegetada por donde corretean muchas marmotas. Aprovechamos el agradable entorno para almorzar y disfrutar de las vistas que tenemos a Sary-Bell Pass, nuestro objetivo de mañana.
Descendemos por el bosque hasta el valle Kosh-Moinok donde nos alojaremos con la familia de Begaly. Cuando nos acercamos al campamento, un adolescente se acerca a abrirnos la puerta, ya que tienen cercados sus terrenos para protegerlos de las fauces del ganado. La experiencia con ellos es muy diferente a la del día anterior. Su yurta familiar se encuentra apartada y a nosotros nos asignan una independiente, por lo que hoy no conviviremos con ellos. La familia, compuesta por la madre y el adolescente, que es el que se encargó de atendernos y hablaba inglés, dedicó la tarde a tareas domésticas y del campo. Al final del día descubrimos que los dos niños traviesos que nos cruzamos en el burro también formaban parte de esta familia.
Nosotros nos dedicamos a disfrutar de la estancia en su campamento, que es todo un lujo. Dispondremos de una yurta privada para nosotros y además, de un váter occidental y ducha con agua caliente mediante energía solar térmica. No nos lo pensamos dos veces y aprovechamos estas inesperadas comodidades para darnos una ducha caliente ahora que luce el sol. Tras quedarnos relajados y aseados, disfrutamos del festín de bienvenida que llevan a nuestra yurta, en la que tenemos hasta una mesita baja: frutos secos, frutas deshidratadas, unos albaricoques en almíbar deliciosos, ensalada, pan, buñuelos, galletas, caramelos y mucho té. Para cenar prepararon un arroz especiado con verduras.
Junto a la yurta tienen instalada una red de voleibol, que es uno de los deportes favoritos de los kirguises.
Al caer el sol, Begaly vino a preparar los futones para dormir, es muy curioso cómo van colocando capa a capa cada una de las piezas de ropa, con un orden y orientación concretos. También encendió la estufa de carbón para que estuviéramos calentitos durante la noche. Dormimos plácidamente.
Al despertarnos encontramos que la familia ya está en marcha con sus tareas en el campo. Rápidamente nos atienden y traen el desayuno: huevos fritos, ensalada, queso y salami. Recogemos, nos despedimos y nos podemos nuevamente en marcha.
Junto al campamento empezamos el ascenso a Sary-Bel Pass cruzando algunos campamentos de pastores, que amablemente nos orientan por el camino correcto. Desde el paso de montaña a 3.137 m recorremos un sendero panorámico con unas bonitas vistas a montañas de arenisca roja que nos recuerdan mucho a los paisajes de China.
El camino desciende entre estas formaciones adentrándose en el cañón, que esconde un vergel de vegetación, hasta llegar a la pequeña aldea Kojokelen. Es un recorrido muy bonito, y muy diferente a lo que hemos visto hasta ahora.
En el pueblo nos encontramos con un chico y sus dos hijos, que se presenta como Bolot, nuestro anfitrión para esta noche. Es toda una sorpresa, no esperábamos encontrarlo aquí. Ha venido a recogernos para llevarnos a comer a su casa de Kojokelen. Así que aceptamos y nos montamos junto a los niños en la parte trasera de la camioneta para ir a su casa a almorzar. Hoy nos acoge una pareja joven, de entre 26 y 32 años y sus dos niños pequeños, de unos 4 y 6 años.
La aldea de Kojokelen es accesible en coche por lo que una opción podría haber sido que nos recogieran aquí para trasladarnos a Tulpar-Köl y así haber tenido tiempo de ascender al Pico Tukhin. Depende de lo que busques con esta actividad primará más la parte de montaña o la etnográfica, si es que no dispones de suficiente tiempo y tienes que elegir. Desde luego nosotros no la cambiaríamos por la experiencia que vivimos con la familia de Bolot.
Tras almorzar un plato de arroz con verduras a rebosar, sandía y unos pasteles, y charlar un rato gracias al traductor offline del móvil, porque aquí nadie habla nada de inglés, les decimos que tenemos que reemprender la marcha para que nos de tiempo a llegar hasta su campamento en las montañas. Bolot se ofrece instantáneamente a llevarnos con ellos en su camioneta, así es como viajarán ellos. Nosotros intentamos hacerles entender que hemos ido hasta allí para hacer la ruta y que preferimos llegar caminando. Es difícil para ellos entender que esta sea nuestra afición. Tras «negociarlo», al final accedemos a que nos lleven las mochilas en su camioneta y quedamos en que por la tarde nos encontraremos en su campamento. No queremos resultar irrespetuosos hacia su cortesía y algo teníamos que aceptar.
Tras dejar Kojokelen seguimos una ancha pista que circula junto al río Jiptyk. Es un paseo agradable sin desnivel, pero sin mucho interés. El hecho de no tener que cargar con las mochilas nos permite caminar mucho más rápido y digerir la gran cantidad de comida que hemos ingerido, estamos para reventar. Tras unos 6 kilómetros cruzamos el río por un puente siguiendo siempre su curso, donde comenzamos a ascender en dirección al próximo paso de montaña, Jiptyk Pass a 4.185 m, el cual alcanzaremos mañana.
Cuanto más ascendemos más bonito es el entorno. Las montañas, el río, aparecen los primeros rebaños de yaks y muchos asentamientos de pastores. A mitad del ascenso Bolot y su familia nos alcanzan con la camioneta y por si hubiéramos cambiado de opinión nos vuelven a ofrecer llevarnos con ellos. Pero nosotros les decimos que seguiremos a pie.
Seguimos ascendiendo, disfrutando del paisaje, cada vez más abrupto y cuando han pasado un par de horas nos empieza a resultar raro no haber llegado ya.
Encontramos un par de niños con un burro cuidando de un rebaño de cabras así que aprovechamos para preguntarles donde está el campamento de Bolot. Los muy granujas nos dicen que más arriba ya no hay más campamentos y que todos los habíamos pasado ya… No nos lo podíamos creer…¿nos habíamos pasado el campamento? Decidimos volver a descender, aproximadamente 3 km y 300 m de desnivel, hasta el último campamento que habíamos visto. Un señor muy simpático, que por suerte hablaba inglés, entre risas nos dijo que los niños nos la habían jugado, el campamento de Bolot estaba a pocos metros de donde nos habíamos dado la vuelta. ¡Malditos niños!
Tuvimos que volver a subir y encima se puso a chispear. Efectivamente, a pocos metros de donde nos encontramos a los niños, estaba el campamento.
Cuando llegamos nos apremiaron a pasar a su yurta para protegernos de la lluvia y nos ofrecieron las habituales muestras de hospitalidad: frutos secos, frutas del bosque en almíbar, ensalada, pan, bombones y de nuevo muchísimo té. Se pasó toda la tarde lloviendo a cántaros así que estuvimos todos resguardados en la yurta, comiendo sin parar, charlando (con ayuda del traductor offline y la mímica) y jugando con los pequeños. Hicimos construcciones con bloques; jugamos a piedra, papel, tijera y al que perdía se le hacían cosquillas; al tres en raya y también estuvimos dándonos masajitos. No somos explotadores infantiles, los juegos los decidieron los niños, jajaja. Pasamos una tarde encantadora y muy divertida. Son una familia muy simpática y alegre.
En Kirguistán, como en Uzbekistán, se elabora un pan circular conocido como lepeshka. Tradicionalmente, el pan lo rompe para todos una única persona en la mesa, en este caso Bolot, el padre de familia. Ellos solían mojarlo en el almíbar de las frutas del bosque, así que nosotros hicimos lo mismo, tratando de imitar todas sus costumbres. Del mismo modo, al final de una comida, los kirguises en algunos casos realizarán una oración colocando las manos sobre la cara. No entendimos el contenido de la oración, pero suponemos que como en el resto del mundo se hará como muestra de agradecimiento por los alimentos. En señal de respeto colocamos nuestras manos de igual manera para acompañarles.
Para cenar prepararon un plato de carne con trigo sarraceno, grechka, que según nos explicaron era de procedencia rusa.
Cuando cayó la noche llegó un grupo de visitantes locales parece que para cenar. Eran cinco hombres mayores a caballo con sus vestiduras tradicionales, y su kalpak, un sombrero alto, hecho de felpa blanca y negra. Nos llevaron a nosotros a otra yurta que tenían para invitados y prepararon los futones para dormir. La yurta tenía algunas goteras, pero no llovió durante la noche. Dormimos muy bien.
Cuando nos despertamos nos dirigimos a la yurta familiar. La chica tiene preparada una jarrita con agua para que nos lavemos las manos y mientras terminaba de servir el desayuno, Bolot y los niños remoloneaban en los futones. Desayunamos juntos un desayuno delicioso: ensalada, huevos fritos, patatas con coles y panceta de oveja. Bolot nos cedió su ración de panceta, son muy generosos.
Antes de partir nos llenaron los bolsillos de frutos secos, para que no pasáramos hambre por el camino.
Tras despedirnos de esta encantadora familia, que nos ha hecho sentirnos tan bien acogidos, seguimos nuestro ascenso hacia Jiptyk Pass. Continuamos caminando por una pista ancha mientras el paisaje se va volviendo más rocoso y abrupto. Durante el ascenso nos encontramos los rebaños de yaks de Bolot. Tomamos algunas fotografías y vídeos como nos había pedido, para enviárselas cuando consigamos algo de cobertura.
El yak es uno de los mamíferos mejor adaptados a vivir en las zonas de mayor altitud, entre los 4.000 y 6.000 m. Es un bóvido de tamaño mediano y pelaje lanoso, especialmente largo en la zona abdominal, con joroba y cuernos largos, nativo de las montañas de Asia Central y el Himalaya.
El último tramo de ascenso se convierte en un sendero de roca suelta y disgregada hasta el paso de montaña. Una zona expuesta a la caída de rocas así que evitamos detenernos durante el ascenso.
En el collado a 4.185 m encontramos un ambiente muy ventoso por lo que tras contemplar las vistas hacia ambos valles decidimos rápidamente comenzar a bajar. Tras una primera parte con más pendiente y arenisca suelta retomamos un sendero por la hierba.
Vamos recorriendo el valle junto al río como siempre, disfrutando de contemplar el paisaje y concentrándonos en donde pisamos en aquellos tramos que lo van requiriendo, evitando meter un pie en una madriguera de marmota. Como parece que vamos a llegar con 3 horas de adelanto al punto de encuentro, donde hemos quedado para que nos recojan en un 4×4, nos sentamos junto al río para reponer agua y almorzar.
La última parte del recorrido, tras cruzar a la otra margen del río saltando por las rocas, atraviesa un pequeño cañón para desembocar en el Valle Darvazatash. Encontramos a nuestro chofer esperándonos, 2 horas antes de lo previsto. ¡Qué puntualidad!
Recorrimos en 4×4, 11 km del Valle Darvazatash hasta llegar al pueblo Sary-Mogol. Allí recogimos algunas pertenencias que nos estaban guardando en el CBT y regresamos al 4×4 para recorrer unos 20 km por la Pamir Highway, una pista con unas vistas realmente impresionantes de la Cordillera del Pamir, hasta el lago Tulpar-Köl donde nos alojaremos las dos próximas noches.
Dejamos atrás los campamentos de yurtas junto al lago Tulpar-Köl y sorteamos el pequeño cañón horadado por el río, el cual podemos cruzar por un puente. Una vez volvemos a ascender al borde del cañón, ahora en la orilla opuesta, en tan sólo 3 km llegamos al Campamento Base del Pico Lenin a 3.600 m. Desde luego, es un campamento base realmente accesible.
Avanzamos sobre una extensa planicie de praderas flanqueada por dos cañones. Bordeamos el cañón que se muestra a nuestra izquierda, con unos paisajes impresionantes: el increíble colorido de las montañas del Pamir, el serpenteante río de color rosado y los inmensos glaciares. Creo que llegar hasta este punto es posible para casi todo el mundo y sólo por ver este espectáculo ya merece la pena venir hasta aquí, aunque no puedas llegar a Traveller Pass.
Al final de la meseta comenzamos el ascenso, siguiendo ahora el cañón de la derecha que nos lleva a través de un paisaje de roca marciana, tras un empinado y zigzagueante ascenso hasta el collado Traveller Pass a 4.150 m.
Las vistas desde el paso son brutales, pero aun así descendemos unos metros hasta el filo de la cornisa, que como un balcón panorámico amplía la vista de las montañas y el glaciar.
El sendero continúa hasta el Campamento 1 a 4.400 m, sin embargo, nosotros no disponemos de más días para continuar. Este ha sido un broche perfecto para finalizar un viaje increíble por Kirguistán.
Como estamos extasiados con las vistas decidimos disfrutar de ellas aprovechando para almorzar aquí. El regreso se realiza por el mismo camino.
Por la tarde, si te sobran fuerzas, puedes pasear sin rumbo por las lagunas que forman Tulpar-Köl, y que muestran un paisaje muy hermoso; ascender la Montaña Panorama con fantásticas vistas del lago o comenzar tu largo trayecto de regreso al aeropuerto de Osh.
Nosotros decidimos pasar la noche en el lago. A la mañana siguiente dimos un paseo recorriendo las innumerables lagunas de la zona y terminamos rodeando Tulpar Köl. A las 10:00h vinieron a recogernos para trasladarnos en coche hasta el aeropuerto de Osh.
Os dejo un track que he encontrado para os sirva de referencia.
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