Templos de Angkor en 3 días
- 0 COMENTARIOS
- 22 agosto, 2019
- 967 Visitas
- By : Irene y Jaime
Una de las civilizaciones más poderosas y fascinantes de la historia, el Imperio Jemer gobernó el Sudeste Asiático desde el año 802 hasta el año 1432, con una extensión tan colosal que ocupaba los actuales países de Tailandia, Vietnam, Laos, Malasia, Camboya y parte de Birmania. Este reino tenía la capital en Angkor, una megaciudad con miles de templos y que en su apogeo habitaban casi un millón de personas.
Hoy día quedan en pie sus templos, estructuras únicas construidas en ladrillo y piedra, situados en el centro de espejos de agua alimentados por un complejo sistema hidráulico y devorados por una impenetrable selva o rodeados de enormes campos de arroz.
Pero estos templos son sólo la punta del iceberg. La mayoría de las antiguas construcciones que no han llegado a nuestros días se ejecutaron en madera ya que el derecho a vivir en edificios de ladrillo o piedra estaba reservado exclusivamente a las divinidades.
¿Cómo pueden no haberse hundido los templos de Angkor?
Los ingenieros jemeres construyeron alrededor de los templos un inmenso foso que filtraba el agua a la arena seca que se encontraba bajo el templo, fortaleciéndola con una dureza similar a la del hormigón. Diseñaron un increíble sistema hidráulico para sustentar los templos.
Los templos de Angkor son el orgullo nacional camboyano. Representan un símbolo que les ayuda a superar tantos traumas y horrores, y que les recuerda la grandeza de su glorioso pasado.
Exploramos durante tres días el yacimiento arqueológico más impresionante que han visto nuestros ojos. Podríamos haber estado una semana o incluso un mes ya que es de una magnitud inabarcable y tiene un sinfín de detalles a cada cual más especial.
Si queréis ambientar vuestra lectura con música sólo tenéis que clicar en el siguiente vídeo y continuar leyendo el post.
Indice
¿Cómo visitar los templos de Angkor?
Entradas para los templos de Angkor
La entrada a los templos de Angkor se compra en la taquilla oficial antes de entrar al recinto, ya que no es posible su compra online. Si visitáis los templos de Angkor sin contratar un conductor tened en cuenta que la taquilla se encuentra en un edificio moderno situado a las afueras de Siem Reap. No vayáis directos a los templos pues tendréis que dar media vuelta 😉
Hay tres tipos de pases disponibles en función de la duración de la visita: 1 día, 3 días y 10 días. En este enlace podéis consultar la tarifa y horarios actualizados.
Nosotros compramos el pase de 3 días por 62 $/persona. No tiene por qué utilizarse en días consecutivos dado que su validez es de 10 días a partir de la fecha de emisión.
Hay que tener en cuenta que el Parque Nacional de Phnom Kulen y el templo Beng Mealea no están incluidos en la entrada de los templos de Angkor.
Normas de conducta en los templos de Angkor
En los templos que están en culto se debe vestir de forma respetuosa, no está permitido mostrar los hombros ni las rodillas, tanto a los hombres como a las mujeres. Además debéis comportaros con respeto como en cualquier otro lugar sagrado.
¿Cómo desplazarse en el interior de los templos de Angkor?
En nuestro primer día en los templos de Angkor decidimos visitar las zonas más alejadas del yacimiento, así que contratamos a un conductor con coche dotado de aire acondicionado. Lo cierto es que resultó muy cómodo ya que los trayectos son bastante largos y el fresquito se agradece.
El resto de los días, para el circuito corto y largo, contratamos a un conductor con tuk-tuk, que nos resultó también muy cómodo. Se hace muy ameno pues las distancias entre los templos son cortas y la brisa que genera el movimiento del vehículo es muy agradable.
Además deciros que estos transportes los reservamos en nuestro alojamiento de Siem Reap.
Consejos para visitar los templos de Angkor
Os recomendamos visitar los templos de Ta Prohm y Angkor Wat a primera hora de la mañana, es decir, justo cuando abren. Aprovechando que los turistas estarán viendo el amanecer en algún templo. De esta forma podréis disfrutarlos con menos gente.
Para hacer las visitas no contratamos ningún guía. Lo hicimos todo por libre pero nos llevamos un libro que sacamos de la biblioteca de nuestra ciudad y que os recomendamos mucho: Grandes civilizaciones del pasado: Angkor de Marilia Albanese. Nos aportó mucha información interesante y además trae un plano y descripción específica de cada templo.
Los guías que nos cruzábamos se acercaban a ver el libro y alucinaban, querían saber donde lo habíamos comprado y cuanto costaba. Cuando les decíamos que lo habíamos sacado gratis de la biblioteca no podían creérselo 😉
Como contrapunto hay que decir que el libro es bastante grande y hay que cargar con él todo el día. Si estáis fuertes podréis llevarlo 😀
Día 1. Circuito por los templos de Angkor más alejados
Banteay Samré
Para comenzar a explorar los templos de Angkor escogimos el Banteay Samré, un pequeño templo algo aislado que pudimos conocer totalmente en soledad. Al ser temprano y tratarse de un templo no muy visitado vivimos una experiencia muy especial en nuestro primer contacto con esta bella arquitectura.
Este templo hindú construido según el estilo arquitectónico de Angkor Wat, erigido en el siglo XII en honor a Vishnú, es el mejor exponente de ese período constructivo después del propio templo central de Angkor.
El nombre, que significa ciudadela de los Samré, lo conecta a una población, los Samré, que precisamente habitaban la región de los alrededores del actual Parque Nacional Phnom Kulen.
Dato curioso: la galería del primer recinto está formada por un muro ciego que da al exterior y ventanas con balaustradas al interior. No hay más aperturas, algo curioso teniendo en cuenta que no había ninguna posibilidad de pasar de un lado al otro.
En este templo destaca la decoración de las puertas tapiadas de las bibliotecas y las escalinatas delimitadas por serpientes.
Banteay Srei
Después dirigimos nuestros pasos a la joya de la corona de Angkor, el delicado Banteay Srei.
El calor empezaba a apretar y enormes grupos de turistas aparecían por todas partes. Sin embargo nada pudo evitar que nos deleitáramos con las exquisitas tallas y la sensación de armonía en este magnífico templo dedicado a Shiva, el dios destructor.
Se dice que tuvo que ser construido por mujeres porque unas esculturas tan finas no pueden haber sido talladas por la mano del hombre. Este templo está considerado la joya del arte jemer y seguramente nunca se sabrá si fue construido o no por ellas.
¿Por qué Banteay Srei es la obra maestra del arte jemer?
A pesar de sus dimensiones reducidas que incluso hacen necesario agacharse para acceder a su interior, el juego de volúmenes, la calidad de la arenisca rojiza sensible a los cambios de luz, y sobre todo la exquisita decoración convierten este templo hindú del siglo X en la gema más preciada de Angkor.
El nombre de Banteay Srei o ciudadela de las mujeres procede de los locales, que fascinados por las seductoras figuras de las deidades hindúes (devatas) talladas en los nichos, nombró al templo como si estas bellas diosas esculpidas en piedra lo habitaran.
Las ocas sagradas que sostienen estos nichos asemejan el templo a un palacio volador que surca el cielo.
Los llameantes frontones triangulares de las puertas dan acceso a los diferentes recintos. Estas llamas tenían como objetivo purificar las almas de los peregrinos que accedían al templo.
Al acercarnos al corazón del complejo encontramos míticos guardianes con facciones de monos que custodian el santuario firmemente. Viendo su espectacular estado de conservación, el mejor de todo los templos de Angkor, está claro que han hecho una gran labor durante todos los siglos que han pasado desde su construcción 😉
Todo el templo se encuentra recubierto de una preciosa decoración floral que tapiza las paredes y adorna puertas y tímpanos.
En el detalle del tímpano sobre la puerta de la biblioteca, Ravana el demonio de 1000 cabezas, intenta acabar con la morada de Shiva en el monte Kailash. El poderoso dios permanece impasible en la cima mientras su esposa Parvati, la hija de los Himalayas, lo abraza aterrorizada. Shiva consigue atrapar a Ravana bajo la montaña y lo hace prisionero. Durante mil años Ravana cantó himnos en alabanza a Shiva, quien finalmente lo bendijo y le otorgó una espada invencible.
Los ángulos de los extremos de los frontones aparecen adornados con leones y serpientes. De las fauces de dos monstruosas serpientes de mar (makaras) emergen bien un león de 4 brazos (simha) o bien una serpiente de 5 cabezas (naga). Estas últimas controlaban las lluvias y eran las responsables de la prosperidad del reino.
Indra rey de los dioses y señor del cielo. Su arma es el relámpago y su montura el elefante Airavata, que representa la nube de la cual el dios hace descargar la lluvia.
Kbal Spean
En nuestra ruta por los templos de Angkor incluimos un pequeño trekking en el Parque Nacional de Phnom Kulem. Aunque este sendero se encuentra dentro del parque, la entrada general a los templos de Angkor es válida para realizarlo. Este paseo por la selva nos recordó mucho al que realizamos en Kamakura, en Japón.
Tras visitar Banteay Srei había llegado la hora de calzarse las botas para explorar Kbal Spean, el Río de las Mil Lingas, cuyo cauce espectacularmente tallado se encuentra en lo profundo de la jungla al noreste de los templos de Angkor.
Engullidos por la selva y rodeados de increíbles mariposas encontramos, esculpidas en las piedras del lecho del torrente, divinidades que emergen de las aguas.
Los lingas que podéis ver bajo el agua son representaciones fálicas del dios Shiva que simbolizan la fertilidad.
Se tallaron en el nacimiento del río Stung Kbal Spean, que baña toda la región de los templos de Angkor, para que bendijeran a los pueblos y a sus cosechas.
Además de los lingas, esculpidas en las piedras emergen de las aguas tallas de divinidades hindúes como Shiva, Visnhú, Brahma, Lakshmi, Rama y Hanuman, así como cocodrilos, vacas y ranas.
Vishnú velado por Lakshimi, la diosa de la fortuna y la abundancia, reposa sobre la serpiente Ananta, fluctuante sobre las aguas cósmicas, en la pausa entre el fin de un universo y el comienzo de otro. Cuando la vida vuelve a empezar, un loto surge del ombligo del dios y aparece Brahma, el señor creador.
Antes de deshacer el camino por el selvático sendero nos refrescamos junto a una cascada disfrutando con el baile de las mariposas que nos rodeaban revoloteando 🙂
Beng Mealea
Después de comer visitamos uno de los templos de Angkor más alejados, el Beng Mealea. Misterioso y espectacular, merece totalmente la pena a pesar de encontrarse a unos 40 km del núcleo central de Angkor.
En este templo abandonado al abrazo de la jungla, la naturaleza actúa a su antojo, destruyendo los muros y cubriéndolos de raíces y lianas. Recorrer los pasadizos derrumbados entre vegetación y grandes piedras es una experiencia inolvidable.
Mientras explorábamos el templo encontramos a alguno de sus actuales habitantes…
Apenas intervenido por el hombre, únicamente se han instalado unas pasarelas de madera en algunas zonas para proporcionar más seguridad a la visita.
Este templo evoca en los visitantes la emoción experimentada por los primeros exploradores de Angkor.
Además permite sentirse por un ratito como Indy, Nathan Drake o Lara Croft 🙂
Beng Mealea, que significa el Estanque de los Nenúfares, fue construido en el periodo Angkor Wat, como un templo hindú pero con algunas tallas que representan motivos budistas.
Una de las tallas más famosas del templo es la que representa el mito hindú del Batido del Océano de Leche.
El Batido del Océano de Leche es uno de los mitos fundamentales del hinduismo. Al principio de los tiempos los dioses y los demonios eran todos mortales, y luchaban entre ellos por el dominio del mundo. Los dioses, debilitados y vencidos, solicitaron la ayuda de Vishnú, quien les propuso que unieran sus fuerzas a las de los demonios con el objeto de extraer el néctar de la inmortalidad del océano de leche. Para lograr esto tenían que coger las hierbas mágicas del océano, cortar el monte Mandara de forma que se pudiera colocar su cima sobre el caparazón de la tortuga Kurma (un avatar del dios Vishnú), y utilizar la serpiente Vāsuki, el rey de los Naga, para poner la montaña en rotación de manera que batiera el océano y así obtener el néctar de la inmortalidad.
El elemento más interesante de Beng Mealea son los pasajes elevados. Tenían mucha importancia pues permitían circular sin mojarse en la época del monzón y facilitaban el paso de las procesiones a un nivel más alto del suelo.
Otro aspecto de este templo es la existencia de galerías más amplias de arenisca invertidas sobre pilares, sin la ayuda de vigas de madera.
Día 2. Circuito corto en los templos de Angkor
Ta Prohm
Amanece en Siem Reap y nos encaminamos directamente a uno de los highlights del viaje, el templo monasterio budista de Ta Prohm.
Consagrado en el siglo XII por el rey Jayavarman VII a su propia madre. Aprovechó a ésta como modelo representando a la divina madre de todos los budas, señora de la perfección del conocimiento.
El complejo, de proporciones gigantescas, fue utilizado como monasterio real y universidad por los monjes budistas y era mantenido por 80.000 súbditos.
Se trata de una construcción laberíntica cuyo objetivo es la consecución del centro, al que conducen complejos recorridos.
El esquema del templo es una metáfora del mandala, trazado esotérico en el que el meditador avanza desde el exterior hacia el interior para alcanzar la verdad en lo más profundo de su conciencia, representada en el templo con la imagen de Buda. Ésta se encuentra en el corazón del templo constituido por un último recinto cuadrado con una torre central (prasat).
Tras la muerte del rey se adoptó la religión hinduista y se destruyeron gran parte de las imágenes del templo.
Este templo para poder sobrevivir no sólo ha luchado contra la naturaleza sino también contra la barbarie humana…
Gracias a un juego de luces que les otorga mayor volumen las devatas parecen querer salir de sus nichos. ¿Será para proteger el templo?
Las devatas de Ta Prohm nos contemplan con los ojos abiertos. Estas figuras talladas eran consagradas con ritos, entre los que se encontraba la insuflación y la apertura de los ojos, ambos destinados a animar la piedra para recibir a la divinidad.
Ta Prohm está invadido por una naturaleza exhuberante que lo convierte en un lugar mágico y misterioso.
De las semillas traídas por los pájaros nace el árbol cuyas raíces estrangulan la piedra en su camino hacia la tierra, destruyendo y permitiendo a la vez que la estructura permanezca en pie.
Ta Prohm ha sido conquistado por enormes árboles centenarios, seres que dominan el espacio filtrando la luz del sol y sumiendo al templo en una gris penumbra que le da aún mayor encanto.
Como ejemplo el ficus religioso que con sus raíces en forma de tentáculo lo abraza sin descanso engulléndolo poco a poco.
Otro árbol protagonista de Ta Prohm es la ceiba pentandra, de brillante corteza plateada, que puede alcanzar hasta 70 m de altura y de cuyo fruto se obtiene el kapok. Este fruto se utiliza para confeccionar los tejidos de colchones y almohadas.
Ta Keo
Después nos encaminamos a nuestro primer templo-montaña, el Ta Keo, una poderosa pirámide rectangular de laterita revestida de arenisca. Esta construcción que no llegó a decorarse, de haberse finalizado habría sido uno de los mejores templos de Angkor.
Ta Keo es un templo hinduista de finales del siglo X dedicado al dios Shiva, cuyo nombre original era Montaña con Picos de Oro.
Aunque los templos-montaña sugieren un simbolismo y arquitectura hindúes, son una creación exclusiva del mundo jemer.
La disposición del templo representa el microcosmos de la mitología hinduista, con el sagrado monte Meru, el Olimpo del hinduismo y morada de los antiguos dioses en el centro, rodeado por los océanos.
Una de las peculiaridades de este templo es que el sagrario adquiere forma de cruz, con el añadido de cuatro vestíbulos en cada celda.
La otra es la aparición de las galerías como innovación constructiva en los templos jemeres. El primer nivel del templo está constituido por una muralla ciega mientras que en el segundo nivel aparece una galería continua cubierta por una falsa bóveda con ventanas ciegas al exterior y abiertas hacia el interior.
Tras la muerte de su monarca constructor, el templo quedó inacabado.
Posteriormente fue cedido a un clérigo, quien no utilizó las torres centrales por no considerarse digno de tal honor. Como consecuencia de ello, el templo nunca llegó a terminarse y apenas posee decoración.
Otros historiadores indican que la dura arenisca era muy complicada de tallar.
Sea como fuere esto ha permitido demostrar que los jemeres esculpían la decoración directamente sobre el edificio, ya que las cinco torres, aunque sin decorar, reflejaban ya su forma definitiva.
Chau Say Tevoda y Thommanon
Ya con un intenso calor visitamos los pequeños templos Chau Say Tevoda y Thommanon, uno a cada lado del Camino de la Victoria que conduce al interior de la ciudad sagrada Angkor Thom.
A pesar de su reducido tamaño son muy bonitos, tanto por las construcciones como por las figuras talladas que se conservan. Además se visitan bastante rápido, por lo que recomendamos incluirlos en la ruta.
Bayon
Cruzamos la Puerta de la Victoria adentrándonos en el imponente complejo de Angkor Thom, la ciudad real ubicada en el corazón de la megalópolis de Angkor.
Justo al atravesar la puerta, a la izquierda, encontraréis una escalera que permite subir a su parte superior, desde donde pueden verse de cerca los rostros que la decoran.
Por fin llegamos expectantes a uno de los templos más especiales de Angkor, el Bayon, conocido como Bosque de Rostros, que anteriormente se llamaba Jayagiri o Montaña de la Victoria.
Este templo-montaña ubicado en el corazón de la ciudad sagrada de Angkor Thom representa el centro del universo. Complejo y enigmático es una de las construcciones sagradas más sugestivas del mundo.
Construido por Jayavarman VII a finales del siglo XII en estilo budista, alberga también divinidades hindúes y locales. Por ello se le considera un símbolo de la unidad del imperio jemer.
El muro perimetral exterior y la galería del primer nivel están cubiertas por una serie de bajorrelieves excelentes.
Más de 11.000 figuras representan episodios de la vida cotidiana camboyana, mezclada con acontecimientos históricos y aspectos simbólicos. No son pues únicamente los dioses y soberanos los que ocupan la obra. También el propio pueblo tiene su lugar en la escena. Es en el ocaso de su historia cuando conquista finalmente el derecho a ser representado junto a sus dominadores.
– La celebración de la victoria de los jemeres sobre los cham lograda en la gran batalla naval de Tonlé Sap.
– La huida de los cham, en la que soldados jemeres desfilan hacia la batalla.
– La guerra civil con grupos de personas armadas y elefantes enfrentándose en un caos de cuerpos.
– Podemos ver también a los soldados preparando la comida para la tropa. Asando pinchitos de carne, cocinando el arroz en raciones individuales, etc.
– Los cham vencidos: bajo un pabellón del mercado observamos a una mujer preparando un pescado limpio. Las mujeres eran las encargadas del comercio mientras los hombres se entretenían con peleas de gallos…
– Detrás de los infantes protegidos por corazas y el líder montado en elefante se intuye un bosque exhuberante.
– Angkor, tierra de abundancia. Podemos observar un grupo de animales entre los que se distinguen cocodrilos, tortugas, peces y ánades con un fondo natural de vegetación.
– Palacios con varios pisos y toldos engalanados que muestran escenas de la vida de la realeza.
– Y por último el sacrificio cruento de un búfalo como ofrenda a los dioses.
Está claro que nos encantaron los bajorrelieves, de hecho podríamos haber estado horas y horas viendo todos y cada uno de sus detalles. Pero hay que seguir explorando el templo así que nos encaminamos a descubrir que esconde su interior.
Los niveles inferiores están formados por un complejo laberinto de cámaras, pasajes y escaleras empinadas. La sensación de claustrofobia desaparece cuando unos metros más arriba salimos al piso superior y nos encontramos inmersos en el bosque de rostros.
La sensación es increíble ya que no puedes apreciar completamente la belleza del templo hasta que no estás en su interior, a diferencia del resto de templos que visitamos.
Mientras recorremos este nivel más de 200 rostros nos vigilan enigmáticamente con una sonrisa serena… ¿o más bien inquietante…?
Según la luz y perspectiva podemos apreciar los ojos abiertos o cerrados, gracias al peculiar tallado de los rostros.
Se dice que originalmente el templo disponía de 54 torres, que representaban a cada una de las provincias que formaban Camboya. En cada torre debían existir 4 caras de Buda con los rasgos del dios-rey Jayavarman, observando en todas las direcciones. Las 216 caras resultantes simbolizaban la vigilancia y protección del monarca sobre todo su reino.
Una bonita teoría que a nosotros personalmente nos encantó.
En su origen el templo tenía planta en forma de cruz. Sin embargo en numerosas ampliaciones se añadieron capillas radiales, formando una estructura circular que rodea totalmente el sagrario central, siendo ésta una de las características esenciales del Bayon.
Gigantesca espiral tridimensional, el Bayon se envuelve en sí mismo en una huida hacia el cielo, elevándose sobre la vida cotidiana y alcanzando la cima del espíritu. Sin embargo la extinción de la existencia, objetivo final del nirvana, aterrorizaba al monarca Jayavarman. Por ello la abundancia de rostros del soberano que inicialmente pretendía ser símbolo de su protección y benevolencia, finalmente conllevó la intoxicación del poder y el miedo al final.
Baphuon
Aunque nos resistíamos a abandonar el Bayon aún nos quedaban muchas emociones por delante, así que nos dirigimos al templo-montaña Baphuon.
Este templo de dimensiones excepcionales fue construido en el siglo XI. Inicialmente hinduista y posteriormente budista, marcaba la capital del reino jemer antes de la constitución de Angkor Thom.
Por desgracia la capacidad de los ingenieros jemeres no estaba a la altura de sus pretensiones arquitectónicas. El enorme peso de este edificio que pudo alcanzar los 50 m de altura, hizo que el terreno que lo sustentaba cediera y el templo se viniese abajo.
La reconstrucción del mismo está considerada por los restauradores uno de los rompecabezas más grandes del mundo. El templo se desmontó piedra a piedra pero la dictadura de los jemeres rojos paralizó el proyecto, dejando a los restauradores con 300.000 piedras que colocar. Aún hoy prosiguen las tareas de rehabilitación…
Uno de los elementos más interesantes de Baphuon es la avenida que conduce hasta el templo, elevada sobre balaustres con función de palafitos.
Phimeanakas
Junto al Baphuon se encuentra el templo Phimeanakas, el Palacio Celestial, que se cree data de principios del siglo X.
Algunos eruditos aseguran que antiguamente el templo estaba coronado en una cúpula rematada por una aguja de oro.
Un relato afirma que el santuario era utilizado todas las noches por el rey jemer para yacer junto a una mujer, con cuerpo de serpiente naga dotada de poderes mágicos.
Terraza de los Elefantes
Para terminar la visita al recinto del Palacio Real conocimos la Terraza de los Elefantes, conjunto escultórico que cubre una parte del muro que encierra este espacio real.
En su época se utilizaba para realizar pomposas ceremonias públicas en las que el dios-rey asistía al desfile de sus ejércitos, junto a sus criados, sirvientas y bailarinas.
Las trompas de los elefantes de 3 cabezas recogen tallos de loto transformándose así en columnas.
Angkor Wat
Y por fin, llegó la guinda a este increíble día en el que nos cuesta creer lo que ya hemos visto y aún nos queda por ver.
Angkor Wat, la obra que culminó el afán constructor del imperio jemer, logrando una de las creaciones arquitectónicas más espectaculares y asombrosas de la Tierra.
Únicamente comparable a Petra en Jordania, Machu Pichu en Perú, las Pirámides de Egipto o la Ciudad Prohibida en China, se considera el mayor edificio religioso del mundo, la madre de todos los templos.
Esta magnífica construcción ha tenido diversos usos a lo largo de su historia: palacio, templo, mausoleo y monasterio.
La consecuencia de esto es que en ningún momento ha estado completamente abandonada, permitiéndonos hoy día disfrutar de gran parte del monumento original.
Angkor Wat, el paraíso en la tierra, es como una maqueta del universo espacial.
Avanzando a través del templo desde el gran estanque exterior hasta el piso superior (bakan), estamos realizando un viaje metafórico a la creación de todo aquello que conocemos.
La torre central (prasat) que representa al monte Meru simboliza el centro del universo, la morada de los dioses. Está rodeada de otras montañas más pequeñas (torres), de los continentes (patios) y de los océanos (el foso).
Se piensa que en el momento de mayor fortaleza del imperio los prasats estaban revestidos de bronce y oro. La visión del conjunto tuvo que ser realmente grandiosa.
La característica más peculiar de Angkor Wat es que está orientado al oeste, la dirección de la muerte, lo que hizo pensar a los historiadores que el objeto del recinto fuera el de constituir un gigantesco mausoleo.
Además sus fabulosos bajorrelieves están concebidos para ser admirados en el sentido contrario al de las agujas del reloj, al igual que sucede en las ceremonias funerarias hindúes.
Todo el perímetro del recinto central está rodeado de estos impresionantes bajorrelieves que mediante un relato épico representan escenas de la mitología de Vishnú: batallas, leyendas, etc.
Las posturas de los combatientes, especialmente cuando se trata de seres divinos, parecen a menudo pasos de danza. Al parecer estas poses estaban inspiradas en representaciones teatrales sobre acontecimientos míticos.
Los paneles muestran también carros de guerra, que curiosamente no eran utilizados por el imperio jemer, dado que el terreno de Angkor Wat es muy irregular.
Únicamente podemos verlos en escenas mitológicas donde los guerreros se adornan con joyas, diademas y pecheras floreadas. Esto tampoco coincide con la realidad ya que los soldados no se acicalaban tanto 🙂
Una vez superamos el adornado perímetro accedemos a los patios y galerías interiores, donde quedamos asombrados con su exquisita decoración y los detalles arquitectónicos.
Entre 2.000 y 3.000 tallas femeninas decoran Angkor Wat, y… ¡todas ellas son diferentes! Especialmente llama la atención que estas devatas y apsaras lucen hasta 37 peinados distintos.
Otra curiosidad es que a diferencia del resto de templos de Angkor, donde las encontramos en soledad, en Angkor Wat las podemos ver también en grupo.
Estas devatas con extraños tocados llevan guirnaldas de flores que se parecen a la luna llena, labios carnosos, mejillas sensuales, senos firmes y ombligos profundos. Todos estos rasgos forman parte del canon de belleza de la época.
También de la realidad se toman los ojos cerrados en postura de meditación y los lóbulos deformados por pesados pendientes.
Las mujeres iban con el pecho al descubierto y llevaban un paño anudado en las caderas (sarong). Los collares de joyas y los preciosos cinturones esculpidos sobre las apsaras dan una idea del refinamiento de la orfebrería jemer.
Los complicados peinados de estas divinidades que se izan sobre diademas con filigranas, sólo podían ser utilizados por las bailarinas que participaban en las ceremonias de los templos.
A medida que nos acercamos a la torre central vamos descubriendo más y más detalles.
Las ventanas están protegidas por elaborados balaustres que reducen la iluminación natural favoreciendo el recogimiento y misticismo.
Cuesta lograr llegar al recinto central, el más sagrado de todo Angkor. Unas escaleras empinadas conducen a la cima demostrando al débil mortal que la morada de los dioses no es fácil de alcanzar.
De hecho en su origen únicamente era accesible al gran sacerdote y al monarca, que se identificaba con dios.
Culminamos la subida al bakan explorando el piso superior y disfrutando con unas impresionantes vistas panorámicas en las que se aprecia toda la simetría y simbolismo del templo.
Día 3. Circuito largo en los templos de Angkor
Preah Khan
Tras visitar al amanecer Angkor Wat nos dirigimos a uno de nuestros templos favoritos Preah Khan, el «templo de la Espada Sagrada».
Ese enigmático nombre lo dice todo: pasadizos oscuros y laberínticos, figuras danzantes llenas de magia, budas decapitados…
Un sinfín de misterios y sorpresas que te invitan a deambular por su interior perdiendo la noción del tiempo y de la realidad.
Este templo budista construido en el siglo XII por Jayavarman VII combinaba las funciones de ciudad, templo e incluso se convirtió en una famosa universidad budista. Contaba con casi cien mil funcionarios y empleados, entre ellos mil bailarinas y mil maestros.
El edificio más singular del templo es esta estructura de dos plantas con columnas redondas, el único ejemplo de este tipo en la arquitectura jemer.
No existen escaleras para acceder al primer piso, por lo que tal vez se subiera por una estructura de madera.
Su uso aún hoy es desconocido. Algunas hipótesis apuntan a que aquí se guardaba la Espada Sagrada, custodia del reino. Otros creen que se trataba de un granero. Nosotros nos quedamos con la primera teoría 😉
En los nichos de las paredes, ricamente decoradas, los ascetas en posturas de yoga son reconversiones de las imágenes de Buda originales. Algunas de estas figuras fueron borradas a golpe de cincel durante una campaña antibudista en un intento por convertirlo en templo hindú.
El templo cuenta con una imponente y majestuosa Sala de las Bailarinas, en la que hileras de apsaras decoran las paredes y las puertas de entrada.
Este templo presenta varios aspectos comunes con el Ta Prohm. Al igual que éste último se encuentra invadido por una desbordante vegetación, pero a diferencia puede visitarse con mayor tranquilidad al ser menos famoso.
Por otro lado el rey Jayavarman VII dedicó el templo Preah Khan a su padre, al igual que construyó el Ta Prohm en honor a su madre.
Cerca de la entrada principal se encuentran las ruinas de un pequeño embarcadero para botes y dos leones en guardia. Este muelle se encuentra en la orilla del Baray Jayatataka.
Desde aquí el rey partía en barco hasta el templo de Neak Pean en el centro del Baray. Y eso mismo hicimos nosotros… pero en tuk-tuk 😉
Baray Jayatataka
El precioso baray Jayatataka fue construido por Jayavarman VII para dotar de agua dulce al templo de Preah Khan.
Una de las claves de la prosperidad del imperio jemer, seguramente la principal, fue su increíble dominio de la ingeniería hidráulica. Una compleja red de embalses, fosos y canales garantizaba una reserva constante de agua, que les permitía no depender de los caprichosos monzones y que convirtió a la región en el mayor arrozal de Indochina.
¿Por qué cayó el imperio jemer?
Sólo un fuerte poder central podía garantizar el funcionamiento y mantenimiento de un sistema tan extenso y complejo, que requería continuas limpiezas y reparaciones. Se cree que el sistema hidráulico de embalses y canales que sostenía la agricultura se había explotado por encima de sus posibilidades y poco a poco empezó a encenagarse a causa de la superpoblación y a la deforestación de la jungla. Los baray (estanques) se llenaban de arena y los trabajos de limpieza debían ser continuos. La «burbuja de la construcción» de templos de los últimos reyes-dioses y los excesivos conflictos bélicos, que caracterizaron el último periodo del imperio jemer, desviaron la atención sobre este mantenimiento, que a la vez era muy costoso. Ésto terminó por destrozar la red hidráulica contribuyendo al declive de Angkor, y con ello al fin del período de hegemonía de los jemeres.
Neak Pean
Este templo budista se encuentra en una isla artificial circular en el interior del baray Jayatataka.
Algunos historiadores creen que Neak Pean representa a Anavatapta, el lago mítico de aguas calientes del Himalaya donde se bañaban los seres divinos y del que nacían los cuatro grandes ríos de la India. La mitología dice que sus aguas curaban todas las enfermedades.
El nombre del templo significa naga enrollada. La plataforma sobre la que se asienta el santuario central está formada por dos nagas que, sumergidas en el estanque, afianzaban la relación de las cobras con las aguas. Son Nanda y Upananda, dos nagas asociadas por la tradición con el lago Anavatapta.
Con intenciones curativas se construyó este templo, uno de los monumentos más significativos de Angkor y popular lugar de peregrinaje.
La idea del templo se basa en la antigua creencia hindú del equilibrio. La medicina tradicional india, la Ayurveda, dice que la composición de los elementos en el cuerpo humano es fundamental, y el exceso o defecto de uno de ellos puede causar enfermedades. Las cuatro piscinas conectadas representan los 4 elementos: agua, tierra, fuego y viento. Los antiguos creían que entrar en estas piscinas equilibraría los elementos en el bañista, curando así su enfermedad.
Ta Som
Este pequeño templo budista del siglo XII también fue levantado por Jayavarman VII, el rey megaconstructor.
Las obras edificadas por este monarca son tantas como las de todos sus antecesores de la época clásica juntos.
Este volumen de trabajo dejaba poco espacio a los elementos decorativos.
Como ejemplo, en los templos de este periodo, los constructores utilizaron el siguiente recurso. Las persianas se representan bajadas ayudando a reducir notablemente el trabajo de ejecución de las ventanas.
Ta Som está rodeado por un triple muro con los clásicos rostros del Lokeshvara sobre las entradas, similares a los de Bayon.
Pre Rup
Nuestra última visita en los templos de Angkor fue el espectacular templo-montaña Pre Rup del siglo X, uno de los más significativos de este tipo.
Fue construido por Rajendravarman II como centro de una nueva ciudad o como su mausoleo.
Lo que sí es seguro es que tenía una muralla exterior que englobaba este edificio, el palacio y viviendas y que llegaba hasta el mismo baray.
Actualmente está rodeado de bellos arrozales y altos árboles por los que puede darse un agradable paseo.
Su nombre significa «incineración de cadáver», lo cual hace referencia a una práctica funeraria en la que con las cenizas del difunto se modela varias veces la forma de su cuerpo, para orientarlo en diferentes direcciones.
A pesar de este nombre el templo era básicamente un lugar de culto hinduista dedicado a Shiva.
Nuestros imprescindibles en los templos de Angkor
Ta Prohm
El más bello de todos los templos, engullido por la jungla, repleto de detalles y con un juego de luces que lo hace muy misterioso y atractivo. No nos importaría volver a recorrerlo investigando cada uno de sus rincones.
Banteay Srei
La joya del arte jemer en el que encontramos las más bellas esculturas y decoraciones talladas en la arenisca rojiza. Está rodeado de un hermoso foso con flores de loto que lo hace aún más encantador.
Angkor Wat
Una increíble obra de arquitectura e ingeniería hidráulica que constituye el alma y emblema de Camboya. Destaca la inmensidad del complejo repleto de bellísimas tallas de devatas y apsaras. Un lugar único donde «elevarse» hasta la cima del monte Meru.
Bayon
Cientos de caras nos vigilan mientras recorremos un laberinto de enigmáticos pasadizos asombrados con el nivel de detalle de los bajorrelieves que narran las historias de la antigua Camboya.
Preah Khan
Otro templo devorado por la selva como el Ta Prohm, pero con muchísimos menos turistas. Este místico templo está inundado de belleza: bailarinas que se contonean, budas descabezados, muros derruidos y el edificio que «albergaba» la Espada Sagrada.
Beng Mealea
Si queréis sentir lo mismo que experimentaron los primeros descubridores podéis hacerlo en este grandioso templo. ¡Toda una aventura en la que pasárselo como Lara Croft saltando de un lado para otro!
Bibliografía
– «Grandes civilizaciones del pasado: Angkor» de Marilia Albanese.
– Lonely Planet: Camboya.
– Wikipedia.
– www.angkorenespanol.com
Publicaciones relacionadas
- 21 marzo, 2020
- 1073 Visitas
- 29 julio, 2018
- 2737 Visitas
- 17 agosto, 2024
- 74 Visitas