Tras aparcar en el centro del pueblo de Etretat, nos dirigimos a la playa de Etretat desde donde tomaremos el sendero que sale a la izquierda, es decir, hacia el oeste, el Sentier des Douaniers y ascendiendo por el acantilado nos lleva a una serie de miradores.

El discurrir de un cómodo paseo junto al borde del acantilado nos permite contemplar las caprichosas formas que el viento y el agua han modelado en la blanca roca. Te recomendamos que te lo tomes con calma y que no escatimes en dedicarle tiempo a este lugar. Todo el tiempo que puedas emplear en disfrutar de estas vistas será un tiempo bien empleado, ya verás. Os dejamos el mapa de la oficina de turismo con los puntos más interesantes del paseo y una estimación del tiempo que os puede llevar.

Al atardecer regresamos a la playa principal donde encontramos una serie de paneles que muestran obras de pintores impresionistas. En estas obras se inmortalizan las mismas vistas que tú contemplas en ese momento, algo realmente interesante comparar su visión con la tuya.

Para ver la puesta de sol decidimos seguir el sendero hacía el lado derecho de la playa y subir hasta la iglesia de Notre-Dame de la Garde y así despedirnos de este bonito lugar.

Junto a la playa encontramos un delicioso restaurante de comida asiática Hoa Binh. Es de esos lugares pequeños, no habría más de cuatro mesas, con un trato muy cercano y una comida muy auténtica. Los sabores nos hicieron volver por unas horas a Camboya, y eso fue espectacular.